Page 35 - MANUAL DE CONSULTA Llengua catalana 3
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   «Aquí empieza el delta; bueno, empezaba», cuentan los vecinos de la zona mientras señalan una zona difusa de agua, barro y arena. «Algun día mis tierras se las comerán las olas... más pronto que tarde, no sé si llegarán a mis nietos», explica a ABC María Sierra, una vecina que nació y creció en un delta que, con ochenta años, ve desaparecer ante sus ojos. En las puertas del restaurante Los Vascos, tres generaciones de mujeres hosteleras contaban este viernes los daños causados por la borrasca. Arantxa Guillén recuerda que el delta es una zona «frágil» y que su restaurante, hoy en primera línea de mar, se salvó gracias a un espigón que hace de escudo para las olas.
«Cuando mis abuelos construyeron esto el mar estaba a un kilómetro... Ahora estamos a pie de playa. Esto significa que algo va muy mal», explica abatida. El delta del Ebro
es el resultado del pulso que mantienen el Mediterráneo y el río Ebro. Así, mientras el Ebro recoge y transporta hasta el litoral catalán sedimentos recolectados a lo largo de todo su recorrido, las olas presionan para engullir este gigantesco trozo de tierra ganado al mar. Con el paso de los años, la desembocadura ha ido creciendo hasta formar un inmenso ecosistema que ocupa más de 320 km cuadrados.
A pesar de su enorme tamaño, el delta es una sistema profundamente débil, tal y como quedó demostrado esta semana cuando el temporal Gloria, que ha azotado España a lo largo de los últimos días, provocó un oleaje que acabó inundando más de 3.000 hectáreas de arrozales y penetró tres kilómetros tierra adentro.
Miquel Vera. ABC, 26/01/2020
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